El fortalecimiento de los músculos profundos del abdomen permite gestionar la presión sobre los discos intervertebrales durante las actividades cotidianas (levantarse, agacharse para recoger un objeto, cargar pesos...).
Pero el problema está en otro lugar, especialmente en las posturas fijas. Cuando la persona debe permanecer mucho tiempo en la misma postura (de pie inmóvil, inclinada hacia adelante), el dolor regresa, incluso si sus músculos están bien entrenados. «Lo que nos causa problemas son las posturas, es decir, el mantenimiento postural. Tenemos resultados que son bastante medios», concede el Dr. Dupeyron. «Y es aquí donde los exoesqueletos se vuelven útiles».
Un exoesqueleto no motorizado ("pasivo") es una estructura mecánica ligera que se lleva en el cuerpo como una mochila. Funciona gracias a un sistema de resortes o elásticos que almacenan la energía del movimiento para devolverla de manera útil, un poco como un arco que se tensa y luego se destensa. Objetivo: ayudar al cuerpo a mantener ciertas posturas incómodas, especialmente durante las flexiones de la espalda o el trabajo con los brazos levantados.
Su peso ligero (generalmente entre 800 g y 2,5 kg) y su diseño ergonómico lo convierten en una herramienta discreta que se integra fácilmente bajo la ropa de trabajo. A diferencia de los exoesqueletos motorizados, no requiere ni batería ni mantenimiento particular, lo que explica su buena tasa de aceptación entre los usuarios.