El trabajo de pintor requiere gestos precisos y repetitivos asociados a posturas exigentes:
Pintar paredes, alcanzar alturas con los brazos levantados, o inclinarse para los acabados.
Pintar techos, con la cabeza mirando hacia arriba y los brazos extendidos.
Estos movimientos constantes y exigentes ejercen una intensa presión sobre la espalda, los hombros o los brazos. Estos esfuerzos repetitivos provocan a lo largo del tiempo trastornos musculoesqueléticos (TME), a menudo causantes de dolores crónicos que pueden limitar la movilidad y reducir el confort de vida.
El uso de un exoesqueleto constituye una solución innovadora y puede contribuir a preservar la calidad de vida en el trabajo así como un rendimiento sostenible.